Giselle Kañevsky, ex volante del seleccionado femenino de hockey entre 2006 y 2011, cuenta por qué practica cabalá. “Es vivir en meditación y en armonía. Con esta práctica aprendí que el ser espiritual puede controlar las emociones de sí mismo. El desafío es hacerlo en la vorágine de la ciudad.Alejarme de Las Leonas fue lo mejor que me pudo pasar”, dice en esta charla con Augol.
El día ya estaba crecido para ir a buscar a la Leona Giselle Kañevsky. Copiosa de garúa y llena de café en la sangre para no cometer el error de bostezar durante la charla, llegué a destino. Curiosamente, el punto de encuentro era La Esperanza, un bar metido en las calles más tranquilas de Núñez. Me acerqué a la puerta y manoteé el picaporte con la esperanza de encontrar a la mujer mística que estaba buscando. Giselle Kañevsky fue jugadora, más precisamente volante, de nuestro seleccionado mayor de hockey femenino, entre 2006 y 2011. Con todo lo que ello implica, a sus tan solo 20 años, asumió el compromiso de formar parte de un grupo de mujeres que escribieron y aún siguen haciéndolo en las páginas de la historia del deporte. Se colgó bronces, oros y una plata. Mordió medallas y levantó trofeos. Se llenó de gritos y de llantos, de alegrías y sacrificios. Pero con el tiempo, Giselle descubrió que triunfar no siempre es subirse a un podio, por eso rompió con el hechizo del palo y la bocha, para saber qué más es la vida… En La Esperanza, estaba sentada en el último rincón del lugar, tomando un jugo de naranja tan natural como su apariencia. “Perdoname por la hora” esbocé un tanto nerviosa mirando un reloj en mi muñeca que no existía, pero en el fondo sabiendo que en realidad estaba cumpliendo con la cita a rajatabla. La moza se acercó a la mesa. Pedí un jugo de naranja, como para probar si podía contagiarme de la armonía que Kañevsky transmitía. Y no sé si funcionó, pero al menos logré salir un poco de mi desborde y cuando menos creí, empezó crearse el diálogo, un auténtico diálogo. Prendí el grabador y al cabo de alguna que otra conversación que no viene a cuento, solté mi primera inquietud…
Me enteré que practicás Cabalá, contame un poco cómo es eso…
La Cabalá es una sabiduría que da herramientas para crear felicidad y satisfacción verdadera, entenderse a uno mismo y entender también por qué pasan las cosas y como puede hacer uno para resolverlas. Es vivir en meditación y en armonía. Con esta práctica aprendí que el ser espiritual puede controlar las emociones de sí mismo. El desafío es hacerlo en la vorágine de la ciudad. Giselle empezó con la práctica de la Cabalá, en el Centro de Kabbalah Argentina de la mano de Philip Berg, a los 20 años, pero a esa edad no le daba mucha importancia ya que estaba enfocada en el inicio de su carrera con Las Leonas. Gracias a su mamá descubrió lo que era esta práctica espiritual. “Al principio no podía entender como se había metido en eso. Hasta que empecé a notar como ella resolvía sola sus problemas, como me daba consejos respecto al hockey” Además, Giselle cuenta que la Cabalá colaboró mucho en el proceso de cambio que tuvo cuando renunció al Seleccionado en 2011. “Hoy puedo ver que alejarme de Las Leonas fue lo mejor que me pudo pasar, porque crecí un montón y pude encontrar un equilibrio y bienestar conmigo misma. Mi último año en el grupo lo viví con miedos y muchas presiones. Estaba de viaje en un torneo y me quería volver a mi casa, y eso empezó a sacarme el interés y las ganas de jugar, y llegar a ese punto no está bueno.”
Gisi, como la apoda su círculo más íntimo, habló de su principal prioridad después de haber estado 7 años bajo tensiones y alegrías propias de ser una deportista de alto rendimiento. “Hoy quiero ser mejor mujer para mi familia y a la vez poder disfrutar del hockey. Antes, tal vez era al revés: si jugaba bien era mejor persona y era feliz”.
Las Leonas ¿no generan ese espíritu fuerte y competitivo en el que no hay espacio para pensar más en una como persona más que como jugadora…?
Mirá, hasta en una guerra vos podés tener tu espacio para pensar. Las Leonas requieren un montón de esfuerzo, exigencia y competencia pero siempre todo eso hay que verlo desde un medio para crecer, que la competencia sea con uno mismo. Para mí tener una medalla y estar infeliz es el fracaso más grande. No es ese mi objetivo. Me hace feliz acostarme a las once de la noche y terminar destrozada de todo lo que me esforcé. Me encanta ir al máximo en todo lo que hago, pero con otra conciencia, no con esa cabeza de la ambición. Esta apostadora de la vida confesó que en diez años no tuvo fiebre ni aunque sea una vez. Ante mi atónita mirada por semejante declaración, reflexionó en voz alta: “Tal vez, en todos esos años estaba tan tensa que no dejaba que me pase nada. Cuando renuncié y me fui de Las Leonas creo que padecí de fiebre cinco veces, el cuerpo empezó a liberarse y a largar todo, porque realmente me solté.”
Encausando la charla para el lado espiritual e intentando conectar con el deporte, pensé en un gran referente de Las Leonas como lo fue Sergio Vigil, que más allá de crecer con la leyenda y ganar con el equipo más de lo que tal vez se propuso, siempre transmitió una energía especial en el grupo en donde fue fácil ver el predominio del compañerismo, la unión y la solidaridad. Nos pusimos a charlar de “Cachito”… -A mi gusto, es muy buen entrenador, le da algo más al hockey. Me encanta escucharlo, le presto mucha atención. La verdad que una lástima que no lo haya tenido como técnico. Yo entré en el seleccionado mayor en 2006 y el ya no estaba. -De todas formas lo que impone un técnico a veces está más allá. Las Leonas tienen muchos valores claros. Se entrena, se esfuerza y vamos todas para el mismo lado. Siento que hay mucho profesionalismo, entonces no hay tiempo para preguntarte si está bien o mal lo que te indican. -¿Cómo hice para manejar tanta presión? Todos tenemos la misma presión. Me acuerdo una vez que estaba charlando con Lucha Aymar hace dos o tres años antes de un torneo y ella estaba algo sensible y con un poco de miedo. Yo pensaba “¿esta mina está presionada? Si tiene que agarrar la bocha y nada más. Si sabe que es la mejor jugadora de hockey de todos los tiempos, si tiene un montón de premios y reconocimientos”, pero me di cuenta que ella también tiene miedo, porque es tan humana como cualquiera de nosotros y siente las presiones como cualquiera. Todos necesitamos ayuda, nadie nace sabiendo, ni nadie puede resolver todos los problemas del mundo solo. -¿Cómo vivió tu familia el cambio de no ser más una Leona? Giselle aclara, antes que nada, que su renuncia en el Seleccionado no es definitiva, sino que fue por tiempo indeterminado. Después de los Juegos Olímpicos de Londres la decisión de volver a ser una Leona está en manos de un impulso. -“A mi familia nunca le importó mucho eso de que yo sea una Leona, en realidad siempre les importó que yo esté bien y que me enfoque bien en mi vida, que disfrute y ya”. Agradece con el alma tener padres tranquilos y poco demandantes.”Mi mamá creo que me fue a ver dos veces jugar porque ella tenía su partido de tenis”. Su padre, tan deportista como su madre, “un muy buen remero”, también iba a verla jugar y lo tomaba como una diversión y algo completamente descontracturado.
-¿Giselle disfrutó los Juegos Olímpicos desde su casa?
Hay dos opciones: La fácil es decir “me quiero morir, tengo ganas de estar ahí” y la otra es disfrutar de lo que estoy viendo desde donde me toca. La verdad que lo de Londres 2012 fue increíble, vi cada partido desde un HD espectacular. Ganar la medalla de plata me emocionó por las chicas. Agradezco estar en donde estoy. Uno vive de expectativas y eso es lo que más frustra en la vida. Me di cuenta que estuve mucho tiempo queriendo ser increíble jugadora y ganar todo, y eso me fue controlando.
-Contáme un poco de tu experiencia en Holanda en 2008, cuando fuiste a jugar al Haagsche Delftsche Mixed Hockey Club…
-Fue muy divertida la experiencia. No entendía nada del idioma. Me sirvió mucho para abrirme, porque realmente tenés que romper con algo. Yo venía muy acostumbrada a vivir con mis amigas, a estar con mi familia, llegar a mi casa y que esté todo preparado y allá en el exterior tenés que empezar a armar relaciones con los holandeses que son más fríos y tienen otros tratos. Además era chica en ese momento, tenía 23 y venía de jugar un Juego Olímpico (Beijing 2008). La primera temporada era todos los días cerveza, que encima allá toman cerveza como si fuera agua (risas). Giselle todavía no sabe cuál será su rumbo respecto a Las Leonas, pero a sus frescos 27 años me demostró que ha experimentado en diversos campos, y muchos de ellos no tienen que ver necesariamente con el deporte.
-¿Con qué proyectos estás ahora? -
Estoy con lo del diseño de las pieles sintéticas (En Facebook creó la página para difundir su nuevo emprendimiento: Giselle Kañevsky Colección pieles sintéticas http://www.facebook.com/pages/Giselle-Kanevsky-Coleccion-pieles-sint%C3%A9ticas/458531324166070). Arranqué antes de empezar este invierno. Me estuvo ayudando mi novio (Nicolás Cúneo, uno de los dueños de la reconocida marca de indumentaria masculina Key Beyscane). Me gustaría enfocarme en el asesoramiento de imagen y creo que en el deporte falta mucho de eso, no sólo en vestimenta sino que también en como posan los deportistas para las notas. Creo que el deportista está muy concentrado en jugar y no le da mucha importancia a su apariencia, o tal vez no tiene la facilidad de darse cuenta como se ve frente a una cámara. Hoy Las Leonas tienen un estilo más sexy y me parece que hay bastante potencial para transformar. Además, estudió Cine y Televisión y hasta tuvo la propuesta de hacer radio. “Hay que probar en la vida, después uno va viendo con qué cosas se siente cómoda y ahí elige qué trayecto tomar” En la hora y moneditas de reloj encontré lo que fui a buscar. En La Esperanza de Núñez había una niña y gran mujer a la vez con mucha paz interna y externa. En sus brillantes ojos se podía vislumbrar un futuro lleno de vida con la felicidad como estandarte. Y más allá de ser bronceada en Beijing 2008 y en la Copa del Mundo del 2006, plateada en los Champions Trophy de 2007 y 2011 y dorada en el Mundial 2010 y en las Champions de 2009 y 2010, Giselle me mostró que puede volar más alto y descubrir nuevos horizontes.
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